¿A QUÉ SABE CERRAR?, Carlota Sayos desde Alharaca

Espero tras el mostrador de una copistería a que me impriman la carátula del documental "365 Días para Guatemala" y salir directa a una oficina de Correos para enviarla a la AECID. Parece un momento casi místico. Se me acelera el corazón. Damos por concluido el proyecto y no puedo evitar trasladarme a esos primeros instantes en que, cámara en mano, nos enfrentamos a un lienzo en blanco, rodeadas de personas expectantes en un país de Centro América, ...qué miedo.

Durante la formación casi todo es preproducción. Cuando me dedicaba a la arquitectura pasaba meses discutiendo conmigo misma y los planos antes de ver un solo tocho colocado. Sin embargo, el universo ha querido que mi entrada en el cine sea un todo o nada, demostrar a bocajarro, curas de ego constantes. Y con este documental no fue menos.

Empezamos en Guatemala cual cristianos en plaza de leones, con una idea en papel que nada tenía que ver con la realidad y chance sólo para la improvisación. En esa situación sólo queda una salida, fe ciega en una misma, encontrar siempre a mi lado a Inma, mi compañera de locuras y cine, y mirar a los ojos a esas personas que esperan indicaciones para abrirse en dos sin reparos, con una generosidad que conmueve.

A menudo las palabras nos distancian, más si las culturas son tan diferentes, así que aprendimos a callar más y dejar fluir esa comunicación no verbal que tenemos tan relegada y que a fin de cuentas todo lo dice. De repente se evaporan los nervios, te abstraes de todo, te entregas a tus protagonistas y dejas que te den, porque eso es estar tras la cámara, aprender a recibir, ser consciente de qué lado viene la magia y aceptarlo con humildad.

Algo de cierto habrá en eso que dicen los indios cuando no permiten ser fotografiados, la cámara te roba un trozo del alma. Desde aquí pienso que por ello quizás haya quedado en deuda con Doña Rutilia y su familia, María Antonieta, Manuela, Lucía, Darwin, Hugo, Jessica, Adelma, Eva, Telma y Lesbia.

Acabar un proyecto creativo me sabe agridulce, quizás también agripicante. Cierro el estuche con el DVD dentro y lo entrego en el mostrador de Correos con recelo, como si me estuviera desprendiendo de algo muy mío. Al hacerlo quedo repentinamente liberada, siento como se acelera la rueda energética y mis neuronas se estimulan para iniciar un nuevo proyecto.


Comentarios

  1. Tus palabras emocionan, de verdad, y comparto mucho, de esa sensacion. Crear es parir, bien dicen por ahi... Sentimientos repartidos, tal vez esa pequeña amargura que queda, extrañar ese compromiso por momentos, creo que es el motor que arranca, lo que viene....son como pequeñas liberaciones temporales... Felicitaciones! , por que de verdad, hablas en las imagenes...

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  2. Me ha encantado como has expresado en palabras las sensaciones de ese viaje y trabajo creativo. Y casi puedes sentir lo mismo solo leyendo.También lo que implica el proceso creativo en si, como algo tuyo, como el empezar sin saber que va a surgir y de pronto todo sale cuando estas creando. Y al final sabes que aunque no esta planificado, te saldra genial porque todo lo que se hace pasionalmente sale de ti y das lo mejor. Felicitaciones!!!! gran trabajo!

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  3. Gracias Laura y Alejandro, como se nota que tb estáis en esta loca vida del arte.

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